TÍTULO ORIGINAL: Don Kikhot [Don Quijote]
AÑO: 1957
DURACIÓN: 105 min.
PAÍS: Unión Soviética (URSS)
DIRECCIÓN: Grigori Kozintsev
REPARTO: Nikolai Cherkasov; Yuri Tolubeyev; Serafima Birman; Lyudmila Kasyanova; Svetlana Grigoryeva; Vladimir Maksimov; Viktor Kolpakov; Tamilla Agamirova; Georgiy Vitsin; Bruno Frejndlikh; Lidiya Vertinskaya; Galina Volchek.
GÉNERO: Aventura. Surrealismo. Comedia Dramática. Siglo XVII.

SINOPSIS: «Don Kikhot» es una adaptación cinematográfica soviética de la célebre novela «Don Quijote de la Mancha» de Miguel de Cervantes, dirigida por Grigori Kozintsev. Esta versión destaca por su fidelidad al espíritu de la obra original, combinando un estilo visual impresionante con actuaciones memorables que capturan la esencia de los personajes centrales. El filme, en lugar de centrarse únicamente en las aventuras de Don Quijote, explora también los temas más profundos de la novela, como la lucha entre la realidad y la fantasía, y la persistencia de los ideales en un mundo en constante cambio.
La película sigue las andanzas de Alonso Quijano, un hidalgo español que, obsesionado con las novelas de caballería, decide reinventarse como el caballero andante Don Quijote de la Mancha. Convencido de que es su deber restaurar la justicia y proteger a los desvalidos, Don Quijote se embarca en una serie de aventuras que, aunque heroicas en su mente, a menudo resultan cómicas o trágicas para quienes lo rodean. A su lado está Sancho Panza, su fiel escudero, un hombre sencillo y terrenal que, a pesar de sus dudas y su sentido común, sigue a Don Quijote en su quijotesca misión.
El director Grigori Kozintsev logra capturar el tono agridulce de la novela, alternando entre escenas de humor y melancolía. La película, aunque respetuosa con el material original, también introduce elementos cinematográficos que subrayan los contrastes entre la visión idealista de Don Quijote y la dura realidad que lo rodea. La cinematografía, a cargo de Andrei Moskvin, juega un papel crucial en este aspecto, utilizando paisajes áridos y desolados para reflejar el aislamiento de Don Quijote en su mundo imaginario. Las imágenes están cargadas de simbolismo, y el uso del blanco y negro resalta la dualidad entre luz y sombra, idealismo y realidad.
Uno de los puntos fuertes de «Don Kikhot» es la actuación de Nikolai Cherkasov en el papel de Don Quijote. Cherkasov, conocido por su capacidad para interpretar personajes complejos y heroicos, entrega una actuación matizada que captura tanto la grandeza como la vulnerabilidad del Quijote. Su Don Quijote es a la vez noble y trágico, un hombre atrapado entre su deseo de hacer el bien y la realidad de su locura. Yuri Tolubeyev, quien interpreta a Sancho Panza, ofrece un contrapunto perfecto con su interpretación terrenal y afectuosa, mostrando una profunda lealtad hacia su maestro a pesar de las circunstancias absurdas en las que se encuentran.
La música de la película, compuesta por Gara Garayev, también merece una mención especial. La partitura complementa perfectamente la narrativa visual, utilizando motivos musicales que evocan tanto el heroísmo como la tragedia del viaje de Don Quijote. La música refuerza la atmósfera de la película, ayudando a transmitir las emociones internas de los personajes y el tono general de la historia.
Además de su valor artístico, «Don Kikhot» también ofrece una reflexión sobre la naturaleza de la locura y la cordura. A través de Don Quijote, la película cuestiona qué significa realmente estar loco: ¿es la locura insistir en ver el mundo tal como debería ser, en lugar de aceptar su crueldad tal como es? ¿O es quizás más loco resignarse a una vida sin ideales? Estas preguntas se plantean en el contexto de una España decadente y desilusionada, lo que da a la historia una resonancia aún mayor.
«Don Kikhot» de 1957 no es solo una adaptación fiel de una de las novelas más importantes de la literatura universal, sino también una obra maestra del cine soviético que trasciende su tiempo. La película captura la esencia del Quijote: un personaje cuya lucha contra molinos de viento sigue siendo relevante como símbolo de la eterna lucha entre los sueños y la realidad. Al final, la película deja al espectador con una sensación de admiración por el espíritu indomable de Don Quijote, un hombre que, a pesar de sus delirios, se mantiene fiel a sus ideales hasta el final.

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